* Los que están enfermos
hagan todo lo que está a su alcance, mediante
la corrección de sus hábitos de comer, de beber y de vestir,
y realizando ejercicios juiciosos, para asegurar la recuperación de la salud. Enséñese a los pacientes que vienen a nuestros sanatorios
a cooperar con Dios en la búsqueda
de la salud. "Vosotros sois labranza de Dios, edificio
de Dios". Dios
hizo los nervios 358 y los músculos a
fin de que puedan ser usados. Es la inacción
de la maquinaria humana lo que trae sufrimiento y enfermedad.
* Los que tratan a los enfermos
deben realizar su trabajo ejerciendo poderosa confianza en Dios para que su bendición
acompañe los medios que
él ha provisto generosamente, y a los cuales en su misericordia ha llamado nuestra
atención como pueblo,
tales como el aire, la higiene, el régimen alimenticio saludable, los debidos períodos de trabajo y reposo, y el uso del agua.
Remedios racionales en los sanatorios
* Según la luz que me ha sido dada, debe establecerse un sanatorio, y en él debe descartarse la medicación con droga, para emplear en cambio métodos sencillos y racionales de tratamiento para sanar la enfermedad. En esta institución habría que enseñar a la gente cómo vestir,
cómo respirar, y cómo comer adecuadamente: cómo prevenir
la enfermedad por medio de hábitos
de vida correctos.
458*. En nuestros
sanatorios, abogamos por el uso de remedios sencillos. Desalentamos el empleo de drogas, porque éstas envenenan la corriente sanguínea. En estas instituciones debe darse instrucción sensata acerca de cómo comer,
cómo beber, cómo vestir y cómo vivir
de manera que la
salud pueda ser preservada.
* La
cuestión de la reforma pro salud no se agita como debiera y como será
agitada. Un régimen alimenticio sencillo, y la ausencia
completa de drogas para dejar que la naturaleza esté libre para recuperar
las energías gastadas 359 del cuerpo, harán a nuestros
sanatorios mucho más eficaces en restaurar la salud del enfermo.
El régimen alimenticio como remedio
* El condescender en comer con mucha frecuencia y en grandes
cantidades, sobrecarga los órganos digestivos
y produce un estado febril en el organismo. La sangre se hace impura, y ocurren
enfermedades de varias clases. Se envía a un médico, quien prescribe
alguna droga que proporciona alivio momentáneo, pero que no cura la enfermedad. Puede cambiar la forma de la misma, pero el verdadero mal es aumentado diez veces. La naturaleza estaba haciendo lo mejor que podía para desembarazar al sistema de una acumulación de impurezas, y si se la
hubiera dejado por sí sola, ayudada por las bendiciones comunes del cielo,
tales como el aire y el agua puros, se habría producido
una curación rápida
y segura.
Los que sufren en tales casos pueden hacer en favor de ellos mismos lo que otros no pueden. Deben empezar a aliviar a la naturaleza de la carga que le han impuesto.
Deben quitar
la causa. Ayunen por un
corto tiempo, y den al estómago ocasión
de descansar. Reduzcan
el estado febril del sistema por
una aplicación cuidadosa e inteligente del agua.
Estos esfuerzos
ayudarán a la naturaleza en su lucha para
liberar el organismo de las impurezas. Pero generalmente las personas que sufren dolor se vuelven impacientes. No están dispuestas a tener abnegación, y a pasar un poco de hambre...
El uso del agua puede lograr sólo poco resultado
si el paciente no siente la necesidad
de prestar atención estricta también a su régimen alimenticio.
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