Páginas

miércoles, 1 de octubre de 2014

ABSTINENCIA

Pocos tienen la fibra moral para resistir la tentación, especialmente del apetito, y para practicar la negación de sí mismos.  A algunos les resulta una tentación demasiado fuerte para ser resistida el ver a otros tomar la tercera comida; e imaginan que están con hambre, cuando la sensación no es un llamado del estómago de que se le más alimento, sino un deseo de la mente que no ha sido fortificada con los principios firmes, y disciplinada para negarse a mima. Los muros del dominio propio y de la restricción de mismo no deben en ningún caso ser debilitados y desmoronados. Pablo, el apóstol de los gentiles, dice: "Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (1 Cor. 9:27).
 
 
 
Los que no vencen en las cosas pequeñas, no tendrán poder moral para soportar las grandes tentaciones.
Fijaos con cuidado en vuestra alimentación.  Estudiad las causas y sus efectos. Cultivad el dominio propio. Someted vuestros apetitos a la razón.  No maltratéis vuestro estómago recargándolo de alimento; pero no os privéis tampoco de la comida sana y sabrosa que necesitáis para conservar la salud.
En nuestro trato con los incrédulos, no permitamos que nos desvíen de los principios correctos. Al sentarnos a sus mesas, comamos con templanza, y únicamente alimentos que no confundan nuestra mente.  Evitemos la intemperancia.
Muchos están debilitando sus órganos digestivos al complacer un apetito pervertido.  El poder que tiene la constitución humana de resistir los abusos que se cometen con ella es admirable; pero los hábitos erróneos persistentes que consisten en comer y beber en exceso debilitarán toda función del cuerpo.  Que estas personas débiles consideren lo que podrían haber sido si hubieran vivido en forma temperante, y promovido la salud en lugar del abuso.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario